300 AÑOS DEL VOLCAN DE GARACHICO

1706-2006

Raúl E. Melo Dait

 

            Era aquél un bello día de primavera. Una primavera tan lejana que pasó por la tierra hace doscientos cuarenta y nueve años... Pero todas las primaveras son semejantes, y aquélla tenía, como la de hoy, como la de mañana, delgado el aire, cantarines los pájaros, tamizada la luz. Era, pues, un bello día de la primavera de 1705, y era en el puerto de Garachico, la perla de Nivaria, el más próspero de la isla, donde fondeaban diariamente naves venidas de todos los confines del planeta. Tenía ese puerto una elegante curva de herradura con boca angosta seguida de buen ensanche y mejor calado, que permitíale albergar crecido número de embarcaciones, ofreciendo a la vez seguro resguardo para las contingencias de un mar siempre batido por el viento. Otras eran también las razones que contribuían al florecimiento de su litoral, entre ellas tres muy poderosas, como el abastecimiento de los navíos de vuelta de las Américas, el cultivo del gusano de seda y el de las viñas generadoras de los famosos vinos de Malvasía, los más apreciados en el mundo de aquella época y cuyo secreto desdichadamente parece que se perdió más tarde en la noche de los tiempos. Estos productos de la tierra se embarcaban por allí mismo con destino a los dos continentes, y, siendo como eran tan solicitados, no es de extrañar que se multiplicaran en el puerto agentes de compañías nacionales y extranjeras, consignatarios, armadores, casas de comercio y de contratación. Todos los oficios y profesiones en torno al manejo y desarrollo de esta riqueza del país estaban allí representados, y hacia Levante se extendían los barracones de los carpinteros de ribera martillando todo el día y calafateando el esqueleto de los barcos; hacia el Poniente los talleres de toneleros y talabarteros; al fondo, los bosquetes de moreras, y más al fondo, pegados ya a las faldas del Teide, cubiertas de viñedos, los grandes lagares, que sólo se permitían fuera del recinto urbano a causa de las emanaciones del zumo de la uva al fermentarse durante la época de la vendimia. (Dulce María Loynaz[1]).

                        Un paisano podía cazar y pescar al mismo tiempo, porque llegaba el bosque hasta la bahía. Esta era admirable: de las casas que la rodeaban y de un paseo que llamaban de Barandas, se alcanzaban las mercaderías y se hacían los ajustes con los navíos y los barcos, como si fuesen tiendas. Aquí estaba el comercio de América y del Norte. Había grandes almacenes, vivían muchos caballeros de título y de las órdenes militares; casas como palacios, excelente iglesia parroquial, un hospital, tres conventos de religiosos y dos de monjas; por eso se decía "Garachico, puerto rico". Ya en 1645 lo había anegado un gran diluvio; ya el mar embravecido le había destrozado muchas veces; ya el fuego le había devorado más de cien casas en la calle de abajo. Pero estaba reservado para un volcán el consumar la obra de su ruina, a que, por decirlo así, habían conspirado los elementos. El día 5 de mayo de 1706 reventó por la cima del alto risco y corriendo arrebatadamente sobre el pueblo aquel feroz torrente de peñas y materia encendida en dos brazos, trastornaba y reducía todo a cenizas. Un brazo tupió el puerto, retirando el mar y dejando sólo un caletón incómodo, aun para los vasos pequeños. Otro abrasó la iglesia parroquial, el convento de San Francisco, el monasterio de Santa Clara y toda la calle de arriba, donde estaban los edificios más suntuosos, de que se conservan nobles fragmentos. Apenas tuvieron tiempo y valor aquellos habitantes para huir de la nueva tierra de Pentápolis. Mujeres, viejos, niños, religiosas, enfermos, unos a caballo, otros a pie, otros por la mano, otros a rastros, salieron de tropel hacia Icod, cargados de las alhajas más preciosas. Mucho resplandeció en esta catástrofe la generosidad del ayuntamiento, contribuyendo sobre todo con un subsidio para conducir las religiosas a La Laguna; pero mucho más la generosidad del general don Agustín de Robles, que, habiendo asistido con el mayor desvelo al alivio de este desastre, gastó más de 3000 pesos de su caudal para llevar desde muy lejos el sustento a aquellos vecinos errantes y facilitarles caballerías para el transporte. La pérdida fue imponderable y la mutación del terreno espantosa. El "antepecho de esmeraldas" pareció cubierto de tostadas bayetas. Desaparecieron las viñas, las aguas, los pájaros, el puerto, el comercio y el vecindario. (Viera y Clavijo[2])

            …i otro el de Daute, del que es cabeza el lugar de Garachico, que fue de los más ricos, de mayor comercio, i de más nobleza de la isla; pero después del bolcan, que tupió su buen puerto, , i quitó sus aguas, solo ha quedado la ruina. (Lope A. de la Guerra[3])

            La fundación de Garachico data de 1496, fecha en la que el Adelantado Fernández de Lugo cedió amplias zonas de terreno en el lugar, al banquero genovés Cristóbal de Ponte, a quien ha de considerarse como el fundador de la hoy Villa y Puerto.

            Cristóbal de Aponte, ginovés, que estáis presente. Un pesazo de tas. q. son en Dabte, entre Icode y Garachico, q. llegan hasta la mar…1-VII-1947

El nombre de Cristóbal de Ponte se vincula a los de Mateo Viña:

Cristóbal de Aponte, vº de esta isla. Por cuanto yo hobe dado a vos-----ciertas tas. e aguas q. son en Garachico, las cuales vos he dado en ciertas veces en ciertas escrituras q. de mi nombre tenéis firmadas, por la presente yo confirmo todo  lo q. así vos tengo dado e quiero e es mi voluntad q. desde vuestro molino q. agora tenéis q. es en el agua de Mateo Viña fasta el monte…30-X-1503

Y Agustín Italia ó Interián (banquero que adquirió de Mateo Viña parte de sus propiedades), también genoveses y que mantuvieron, asimismo, grandes extensiones de tierras, donde se instalaron los molinos de azúcar que significaron la primera y más importante riqueza del lugar. En seguida alcanzó notoriedad debido en gran parte a su puerto. Prospera rápidamente y las familias más poderosas se instalan allí y construyen fantásticas casas y mansiones.

            Entre los primeros propietarios de tierras en Garachico debemos destacar:[4]

Propietario datado

Data

Propietario datado

Data

Cristóbal de Aponte

1-VI-1947

Ruy Blas

10-I-1501

Hernando Avero

8-III-1512

Mateo Viña

30-X-1503

Pedro Martín

22-XII-1503

Fr. Juan de Soria

22-XII-1503

Juan de Regla

13-IX-1507

Juan Cabeça

26-X-1508

Pedro de Vergara

25-XII-1500

Antón Martín

1-VI-1511

Gonzalo Díaz

25-XII-1500

Lope de Fuentes

13-IV-1506

Diego de León

4-XII-1500

Alonso Gómez

24-XI-1501

Juan de Aguirre

12-IV-1523

Gonçalo Machado

7-XI-1522

Lope de Fuentes

21-IV-1501

Pedro Martín Castellano

25-VIII-1516

Juan de la Torre

13-II-1514

Marcos García

3-III-1524

 

El primer alcalde de Garachico fue Juan de Regla, nombrado por el Licenciado Brizianos, como juez de residencia del Adelantado en 1518, natural de Casas de Reina, en el maestrazgo de Santiago y suegro de Fabián Viña Negrón, el que levantó y fue primer alcalde del castillo de Garachico y de la Caleta de San Pedro a Diego de Solís[5], construyó la ermita de San Andrés en la caleta de Interián y según consta en las datas:

…y mando a Antón de Vallejo que lo siente en el libro de repartimientos de esta isla, y a Juan de Regla, mi alcalde de Garachico, y a Rodrigo Fernández, escribano público…3-III-1524.

Así mismo en los primeros años del siglo XVI, se nombran alguaciles para la zona de Daute, como vemos en la siguiente demanda:[6]

1525 diciembre 16. Toledo. Al teniente gobernador de Tenerife, para que determine en la demanda presentada por Juan Contreras, vecino de Tenerife, que pide confirmación del alguacilazgo de Icod, Garachico y Buenavista que le concedió el Adelantado don Alonso Fernández de Lugo y que ha tenido por espacio de seis años. Compostelanus. Santiago. Aguirre. Acuña. Vázquez. Medina.
           

Debido a la creciente oleada de piratería se construyó en 1575 el castillo fortaleza de San Miguel, por el entonces alcalde Fabián Viña Negrón[7], por Real Cédula de 25 de julio, de Felipe II. Fabián Viña fue nombrado Alcalde perpetuo de la fortaleza por Real Cédula de 19 de noviembre de 1579, hasta su muerte acaecida en junio de 1584. Restaurado en 1640 por Fernández de Córdoba coincidiendo con la sublevación de Portugal, restaurado nuevamente en 1697 por un incendio a cargo Juan del Hoyo Solórzano. Salvado de la erupción del volcán fue nuevamente restaurado en 1706. En su fachada y puerta principal está todavía adornada por bellos escudos de armas: El Imperial de Carlos V en el centro, el del Gobernador Álvarez de Fonseca y otro que aunque deteriorado parece ser el de los Viña Negrón a la derecha y el de la isla de Tenerife y familia del Hoyo a la izquierda. También remata la puerta una cartela de piedra que recuerda como la mandó construir en 1575 el Gobernador D. Juan Álvarez de Fonseca.

Del inventario hecho el 18 de febrero de 1588 por el Alcalde de esta fortaleza Martín del Hoyo Abarca, se sabe que carecía de munición, pólvora y hasta de artillero:

7 picas con sus hierros, una caja de tambor de guerra rota con sus pergaminos maltratados, 7 piezas de artillería de hierro colado encabalgadas, dos pasamuros desencabalgados, dos atacadores y dos cucharas, 22 pelotas de hierro pequeñas y grandes empiladas fuera de la fortaleza y junto a ella, dos pasamuros de hierro desbaratados del todo.

En 1788 estaba artillado con 3 cañones de a 16, 3 de a 12, 2 de a 8 y 1 mortero de a 9, guarnecido por 1 oficial, 1 sargento, 2 cabos y 13 soldados, previsto su aumento en tiempo de guerra a 3 oficiales, 3 sargentos, 5 cabos y 80 soldados.[8]

Tal riqueza se hizo posible, no sólo por la feracidad de las tierras roturadas, sino por la proximidad de la cala natural que guarecía de los temporales a los navíos que, a lo largo de casi tres centurias, se acercaban a la costa de Garachico para desarrollar en ellas un comercio que tuvo pronto extraordinarias proporciones.

…Antonio Afonso tiene que tomar la carga en el puerto de Garachico…[9]

Francisco Yanes, vº. de Tavira, est. en Tenerife, maestre del navío “Santo Espíritu” surto en el puerto de Santa Cruz, lo fleta a Tomás Justiniano, vº., para ir al puerto de Garachico…[10]

Fue el de Garachico el más importante puerto de la isla en los siglos XVI y XVII. Por él eran embarcados los principales productos norteños, entre los que el azúcar, la cochinilla y el vino tuvieron principal preponderancia: el azúcar de los cuatro ingenios de la comarca y el vino malvasía tan celebrado en Europa. Los barcos que zarpaban de Garachico partían hacia Yucatán y Río de la Plata; hacia Flandes e Inglaterra; hacia Francia o Angola. Su regreso era aguardado con expectación desde las atalayas construidas en sus propios domicilios por los más adinerados comerciantes. Y no era para menos tal expectación si se tiene en cuenta que las naves traían paños ingleses, obras de arte, especias de oriente, telas francesas...

El ingeniero italiano Leonardo Torriani nos describe el puerto de Garachico de la siguiente manera en 1590[11]:

…La entrada del puerto es estrecha, y dicho puerto está de tal modo azotado por el viento del norte, que los navíos que se hallaran entonces en el puerto, se pierden todos inevitablemente. Esto se podría remediar con poner a la entrada dos muelles…y, como no son grandes, en poco tiempo, se podría terminar. Tampoco requerirán mucho gasto y, en cambio serían de mucho proyecto para la protección del puerto, porque en aquel punto, por el lado de la villa, se le podría añadir un pequeño castillo…

            Todo el apogeo y riqueza desaparecieron en el calamitoso suceso vulcanológico del año 1706[12]. Antes había sufrido Garachico toda una larga teoría de desgracias: incendios, maremotos, inundaciones, pestes, vendavales etc., (como la epidemia de peste bubónica ocurrida entre 1601 y 1606, la plaga de la langosta africana de 1659 que arruinó todas sus cosechas, el incendio de 1692 que destruyó ocho casas, etc.) de los que supo siempre rehacerse. Hasta que la erupción comenzada el 5 de mayo de 1706 y que había de durar hasta el 13 de junio, en que se consideró ya extinguida, significó que casi quedara cercenada la vida comunitaria de la ciudad. No sólo desaparecieron casas y calles, palacios e iglesias, sino que el puerto, su principal riqueza y la razón de su subsistencia, resultaron maltratado por la furia del volcán, que lo obstruyó implacablemente, reduciéndolo a una pequeña rada que contrastaba con la amplitud de la ensenada natural que el fuego había cegado. Según cuentan las crónicas los temblores se percibieron por los marineros a veinte leguas del puerto y la llegada de tres ríos de lava cubrieron el lujo y el esplendor del pueblo. La llamada “Puerta de Tierra” entrada a Garachico quedó muchos metros atrás de su original emplazamiento marítimo. La Iglesia del Convento de Santo Domingo fue respetada por el volcán y fue construida sobre la primitiva ermita de San Sebastián. Quien no se salvó fue la iglesia de Santa Ana ya que la actual corresponde a la segunda década del siglo XVIII y San Roque se reedificó en 1736.

            Bajo la dirección del que era alcalde mayor en ese desafortunado año Fernández de Vergara, comienza la reconstrucción del puerto y pueblo, consiguiendo en 1737 un presupuesto de 41.000 reales para limpieza y desescombro de puerto y caleta.[13]

            Parece natural que un puerto que tuvo almojarife y que se organizó administrativamente, cobrando derechos y tasas de exportación, así como cánones de entrada, sirviera de punto de arranque y luego de crecimiento y esplendor al lugar en que estaba ubicado. Alrededor del puerto surgió una población cosmopolita en la que se instalaron mercaderes y comerciantes que mantuvieron, con su situación privilegiada, un emporio que se mantuvo firme hasta los comienzos del siglo XVIII. En el que, además de familias nobles y adineradas, tuvieron asiento varias comunidades religiosas: franciscanos, agustinos, dominicos, monjas claras... y un número bastante crecido de artistas plásticos: escultores, plateros, canteros, pintores,... que mantuvieron al mayor nivel el ambiente cultural de la zona, con especial incidencia en la escuela de escultura creada en torno a Martín de Andujar, cuyo taller contó con valiosos alumnos, entre los que cabe destacar el gomero Francisco Alonso de la Raya y el natural Blas García Ravelo.

            Para la historia de Garachico es muy importante la denominada Saga de los Ponte[14]:

1.      Cristóbal de Ponte.- Nace en Génova en 1447 y fallece en 1532, considerado el fundador de Garachico.

2.      Juan de Ponte y Fernández.- Nacido en Garachico en 1542, pasa a América donde ostenta la alcaldía de Caracas en 1606.

3.      Juan de Ponte Rebolledo.- nace en Garachico en 1566, hijo de Juan de Ponte y Fernández, pasa con su padre a Venezuela y ocupa los puestos de regidor perpetuo y fuel ejecutor del ayuntamiento del Ávila.

4.      Tomás de Ponte y Fernández.- Viaja igualmente a Venezuela y ocupa la alcaldía de Caracas en 1613.

5.      Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyo.- Nace en 1667 y parte igualmente para Venezuela, donde entra en la Capitanía General de Venezuela, muere en 1703.

6.      Cristóbal de Ponte y Xuarez.- Maestre del tercio de milicias de Garachico y marqués de la Quinta Roja a finales del siglo XVI.

7.      Nicolaso de Ponte y Cuevas.- de la orden de Santiago y señor de las islas de La Gomera y El Hierro, regidor perpetuo de Tenerife.

8.      Pedro Ponte Llarena.- Nacen en 1630, nombrado conde de El Palmar en 1686 y Capitán General de Canarias en 1697. Muere en 1704.

9.      Pedro Antonio Ponte y Benítez.- alcalde de Garachico en 1773.

Otros desastres como los azotes del mar de 1773 acarrearían grandes desgracias a Garachico:

El 20 de diciembre a las 7 de la noche, habiéndose alborotado el mar, entró en el lugar de Garachico y destrozó las casas en que vivía el marqués de Villafuerte, D. Marcos de Alzola, Doña Anna Monteverde, el Beneficiario Silva y otras en número de nueve, además de otras que tuvieron algún detrimento como también el Convento de San Agustín al que derribó las cocinas y otras oficinas, el de religiosas de Concepción al que abrió las puertas de la iglesia y se introdujo, de algunas de las casas sacó baúles y rompió cuanto había en ellas…Este lugar que fue de los de mayor riqueza de la isla, y en donde estuvo en auge su Nobleza y Comercio, se haya hoy tan destrozado, por un gran incendio, un volcán y varias irrupciones del mar.[15]

            Municipio situado en el noroeste de la isla de Tenerife, es una franja irregular cuyo vértice interior discurre por las laderas del Pico Viejo (2.700 m.). Limita por un lado con el municipio de Icod de los Vinos y del otro lado con los municipios de Santiago del Teide y El Tanque. El norte del municipio limita con el mar. Su término municipal es de gran belleza y son numerosos los espacios naturales y parajes. Cerca del 70% de su término municipal es zona protegida, entre los que se encuentran el Paisaje Protegido de los Acantilados de La Culata y el Sitio de Interés Científico de Interián donde alberga un interesante bosque termófilo, con poblaciones de almácigos y palos de sangre. El clima está muy influenciado por los vientos alisios, permitiendo un clima suave y una humedad suficiente para el cultivo de las plataneras. Sus  habitantes se dedican a la agricultura (cereales, papas y sobre todo los plátanos). También hay algo de pesca en la que destacan las almejas de La Caleta y las “viejas”. El Monumento Natural del Roque de Garachico, tiene una vegetación característica de tipo basal y sirve de refugio a numerosas aves marinas. Algunas especies de aves están amenazadas como la pardela chica, el Petrel de Bulwer o el Paiño de Madeira.

            Garachico ha sido declarado Bien de Interés Cultural en 1994 por el Gobierno de Canarias. La Villa posee La Medalla de Oro de las Bellas Artes, concedida en 1980.


[1] LOYNAZ MUÑOZ D. M. (1958) Un verano en Tenerife. Ed. Aguilar. Madrid

[2] VIERA Y CLAVIJO J. ([1776-83] 1982): Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, En A. Cioranescu (ed.) Goya ediciones, Tenerife.

[3] GUERRA Y PEÑA L. A. de la (1760-70/1951) Memorias I. El Museo Canario. Las Palmas.

[4] SERRA RÁFOLS E. (1978) Las Datas de Tenerife) Libros I a IV de datas originales) Instituto de Estudios Canarios. La Laguna. MORENO FUENTES F. (1988) Las Datas de Tenerife. (Libro V de datas originales) Instituto de Estudios Canarios. La Laguna.

[5] ROSA OLIVERA L. de la (1978) El Bando de Daute. Enciclopedia Canaria. Aula de Cultura. Tenerife.

[6] AZNAR VALLEJO E. VIÑA BRITO A. PALENZUELA DOMINGUEZ N. BELLO LEON J. M. (1991) Documentos canarios en el Registro General del Sello (1518-1525) Instituto de Estudios Canarios. La Laguna.

[7] Maestre de Campo del  Tercio de Daute e hijo de Mateo Viña.

[8] PINTO Y DE LA ROSA J. M. (1954/1996) Apuntes para la Historia de las Antiguas Fortificaciones de Canarias. Museo Militar Regional de Canarias. Tenerife.

[9] CLAVIJO HERNANDEZ F. (1980) Protocolos de Hernán Guerra (1510-1511) Aula de Cultura. Tenerife. Fol. 246r. 7 de mayo de 1511.

[10] Ibidem. Fol. 229r. 5 de abril de 1511.

[11] TORRIANI L. (1978), Descripción de las Islas Canarias Goya Ediciones. Tenerife

[12] Conocido como el Volcán de Garachico, de Arenas negras o de Trebejo.

[13] ORTEGA ABRAHAM L. (1983) Garachico Villa y Puerto. Ed. Del Excmo. Ayuntamiento de Garachico. Tenerife.

[14] Ibidem.

[15] GUERRA Y PEÑA L. A. de la (1771-77/1955) Memorias II. El Museo Canario. Las Palmas. 

Otras fuentes consultadas: 

Fondo RODRIGUEZ MOURE Biblioteca y archivos de la R. S. E. A. P. T.

Fondo OSSUNA Archivo Histórico Municipal de La Laguna.

DARIAS PADRON  D. V. (1925) Las datas de Taoro, Icod y Garachico. Los repartos del Adelantado. Revista Historia de Canarias. La Laguna.

--- (1930-31-32-33) La Villa y puerto de Garachico. Revista Historia de Canarias. La Laguna.