FUGA DE AMOR 




Cuatro paredes

¡Cuántas cosas han cambiado!
ayer caminábamos por las calles
libres como los pájaros
y las hojas que lleva el viento,
hoy , detrás de unas rejas
conviven el dolor del cuerpo
y los sentimientos,
aquí,  donde el cielo yace escondido
se recuerdan los seres amados
aquellos , antes  felices
hoy tienen el corazón destrozado. 

Me encuentro prisionero
en la Academia de Guerra
con las manos esposadas.
En un rincón oscuro
una capucha negra cubre la vida
con un manto de temor.
El torturador me llamará
seguro se sentirá en su palacio,
vulnerable,  títere,  bailaré en sus manos,
gritaré como un animal herido
con sus métodos de tortura
que incansable en mí, practicará. 

Unos alaridos rompen el silencio
siento el jadeo, respiro, me agito
a punto de ser invadido por el miedo,
pienso en ti,
espero oír tu voz que me acaricia.
En esta nefasta oscuridad
cuatro paredes de cemento y fierro
me alejan de ti, amada mía.



Noche Oscura

Esa noche oscura
presente, respira en una celda,
mira de soslayo a los prisioneros
sumidos en sus pensamientos.
Fernando, tendido en un rincón,
con la mirada perdida en  el espacio
busca a su amada entre los recuerdos
y la luz breve de la esperanza acude
para llenar el vacío de su alma,
sabe que ella está cerca y lejos
masticando su propia soledad. 

En esa noche oscura,
una reja cierra el paso al gemido
un eco perdido en el silencio trasnochado 

Un gemido, un hombre sufre
entre  paredes de cemento y fierro
que matan la llama de sus sentimientos. 

Esa noche oscura
él espera que llegue
para beber de sus labios dormidos
el néctar del amor y la pasión,
pero una angustia indecible
hace nido, inevitable, pavorosa,
ella no sabe donde está detenido,
muerde sus labios de impotencia
y esconde sueños en la oscuridad. 

En esa noche oscura
el amor acude a la Academia de guerra
hoy llamada  Palacio de la Risa,
pero el amor  también herido, se pierde entre la música estridente
y los alaridos de los  torturados y vejados
por las manos del psicópata. 



 
¡Quién!

¡Quién puede saber, quién!

Que  escondido en mi pecho  
tengo un amor sincero para dar
esperando volar como las golondrinas
en busca del nido que lo cobijará. 

Que deseo amar con locura
vivir la plenitud de aquel amor
que sólo existe en la fantasía
que en un rincón un día construí. 

Que la noche duerme en mi pecho
me roba esos  sentimientos
dejándome como un tronco viejo
aterido por la soledad. 

Que la luna es mi confidente
y las estrella juegan con mis sueños
mientras espero en un rincón del cielo
algún día se hagan realidad. 

¡Qué soledad tan silente!
La invaden sonidos de cerrojos.
Celdas, guardias, agonía
convocan al castigo a un detenido. 

 


Comprensión

Escucha te lo digo a ti
eres como el sol naciente
que aparece en el horizonte
y me acaricia con su calor. 

Mira, escúchame
no te ocultes en el temor, en el silencio
que agoniza en la sala del torturador
Ven por mis sueños de un mundo más justo
no me condenes a la soledad.
Por la mañana el Lucero
surge, con  amor y  esperanza
escucha el canto de los pájaros
anunciando un nuevo día
para nuestro loco y apasionado amor. 

De noche tu recuerdo llega
en el sonido silente del reloj,
el cielo sabe de mis fantasías
las paredes de la celda te conocen
porque eres su prisionera como yo. 

Espérame, no te arrepentirás
la vida nos sonreirá compañera
cuando salga en libertad. 

 

Volver

Me encuentro en esta celda fría
desmenuzando las penas del alma,
la antología de tu cuerpo aparece
en los sueños de cada noche
donde la oscuridad es la dueña
que maneja los hilos de la vida. 

La tristeza y amargura llegan
como el pan de cada día,
el psicópata juega con mi cuerpo,
el minutero tiembla de miedo
por la terapia sin destino
que avasalla el sonido del reloj. 

Encerrado bajo frías cadenas
el dolor llega a los extremos,
sólo deseo descansar del torturador,
me elevo, siento el grito desgarrador de mi alma
que llora de amor y pasión por ella. 

¡Cuánto anhelo estrecharla en mis brazos
tapizar de caricias y besos su geografía
penetrar por las pupilas de sus poros
que duermen reprimidos y vejados
en los pliegues de la noche! 

¡Cuánto añoro volver
para contarle la pesada historia,
mecerme en su regazo
como las olas calmas en una taza de leche,
para olvidar la noche larga y negra
que viví en los centros de reclusión! 

¡Volver, donde nunca has vivido
porque eres fruto de mis fantasías!
Me ayudas cada día a soportar
la venda que oculta mi rostro,
¡la tortura que aprisiona el amor
que lucha por no morir!



 
Mi corazón preso

Un solo cuerpo éramos tú y yo.
Hoy el mío está preso
entre alambradas y minas
que matan los sentimientos,
que luchan por no morir. 

Son muchas las horas
que han pasado y no te veo
ni siento el fulgor de tu mirada
que me acaricia,
tu piel, trigo maduro del amanecer
en un zumo afrodisiaco se desliza por mi boca,
una melodía sin freno por mi cuerpo se fuga
entre la madera y los recuerdos. 

Un manto oscuro teje la tarde
con luces de diamante,
las horas se derraman sobre tu cuerpo,
entrelazo tus cabellos con mis dedos,
mis besos descansan en la raíz de tus poros,
la noche aguarda los brazos del amanecer. 

La nostalgia sobrecarga mi alma,
por mi sangre fluye la llama del amor
te estremeces, quizás por última vez,
como una hoja que lleva el viento,
tu figura se pierde
entre las luces de las torres y la guardia
dejando mi corazón partido. 

 


Viajando hacia ti

Viajando en la quietud del cielo
siempre llego al lugar
donde mi vida se interrumpió,
fascinante regreso
cuando atravieso la alambrada
y las torres de la guardia
en busca de mi amada. 

Galopando en mi corcel
juego con las estrellas,
converso con las Tres Marías
por compañía tengo la luna
y los sueños que escondo en ella. 

El viento fatigado de seguirme
se detiene a descansar en una nube,
el cielo escribe nuestra historia
en cada planeta de la constelación. 

La luz del nuevo día
me obliga a regresar a la prisión,
me despido con un beso
que despierta la envidia de la guardia,
mientras espero mañana, volverte a ver. 

 


El rincón de mi dolor

El cielo con su manto de astros,
las montañas con su cima nevada,
el rincón de la nostalgia,
guardan mis gastados secretos.
La celda cómplice del torturador
nos recibe con ironía en sus brazos,
los recuerdos van y vienen
luchan por no morir. 

Olvidar no puedo,
viajo en la locura de mis sueños
con el alma llena de tristeza
al lugar donde tú me esperas.
Mi corazón reboza de alegría,
pero te desvaneces
como el humo del cigarrillo
dejándome sumido en la soledad. 

En la oscuridad de la celda
sólo queda el recuerdo marchito:
penas, 
amarguras,
locas fantasías
van en fuga cada noche,
atraviesan la alambrada
y el campo minado. 

 

Ven

En esta noche de luna llena
que ilumina con sus rayos mi rincón,
ven amada, tengo pena,
tu alegría será remedio
para la tristeza que me consume
y congela mi corazón. 

Ven amada mía
en esta noche de lágrimas
que corre por los pasillos de la celda
cuando los recuerdos se desgranan
y en el piso desborda mi emoción. 

Ven amada mía
en la calma solapada de la guardia
no tengas miedo de sus armas,
te protegeré con mi abrazo,
te contaré mis congojas,
los anhelos que escapan
por la comisura de los poros
y la sequedad de mis labios. 

Ven amada mía
tengo sed de ti,
te obsequiaré mi vida y alma
un ramo de ilusiones y un puñado de versos. 

¡Vendrás!
Quiero adorarte en el palacio de tu amor,
antes que los torturadores
y los guardias con sus armas
maten mis sueños avasallados
agonizantes en esta oscuridad. 

Ven amada mía
aquí te espero con el alma rendida,
cabalguemos juntos por el universo,
no importan los años que pasen
porque eres la reina de este mundo que construí,
¡Ven amada mía!
¡Ven junto a mí! 

 

Ocaso en la isla

Arriba en la distancia,
los cerros se recortan nítidos
en el límpido cielo
como una guardia pretoriana
que vigila el campo de concentración,
mis pensamientos viajan más allá
junto a aquel pájaro en vuelo  

que dormirá o beberá quizás
las lágrimas que brotan de mi alma. 

El sol cansado de rutinas
y de la mirada de la guardia
esconderse y descansar desea,
pero este sol aunque parecido
no es el mismo
que recuerda tus suspiros bajo mi pecho
aquella inolvidable tarde
cuando dijiste que me querías. 

Recuerdas vida mía
¡Qué playa!  ¡Qué cerro!
¡Qué tronco caído!
Más de una vez
recibió nuestros cuerpos unidos,
mientras la brisa marina nos acariciaba
confundiendo en mis oídos
la miel de tu boca y tus palabras
del momento vivido. 

Más hoy
que cerca y lejos estamos
mi amor, tu aroma bañan los poros
que grávidos de sentirte cerca
estremecen cada pliegue del aire
y lo más recóndito de mi geografía. 

Afuera la cerca de púas proyecta 
la sombra de la noche, que llega
cubriendo los recuerdos
que se filtran por la madera
del Campo de Concentración. 

 

El Cartero

Con ansias cada día espera al cartero
trayéndole noticias de su novia
para capear pena y soledades.
El cartero trae cartas
cada dos semanas o una vez al mes
que entrega sin apuro,
pero ninguna es para Manuel.
-¡Cartero, Cartero!
¿Cuándo te acordarás de mí?
¡La tristeza matándome está!

 
Por fin un sobre para él
su corazón tamborilea de regocijo
a un rincón se retira
la lluvia cae a borbotones,
ella le escribe:
-“Adiós, olvídate de mi”.
Se destroza su mundo de amor.
-¡Cartero, Cartero!
Un grito desgarrador se escucha.
¡Ven
llévate la carta,
te equivocaste de destinatario
y de Campo de Concentración! 

 

Mis lágrimas

El mar de los recuerdos
invade la calma de la celda,
fluye,  es una cascada de agua
que escapa de los ojos. 

Mis lágrimas
son versos que hablan de amor,
dan vida a la tristeza que se cuela
por las arrugas del alma
agonizando solitaria en un rincón. 

Mis lágrimas
son húmedas estrellas,
se derraman como uvas sobre el piso,
alumbran las barracas en silencio
porque mi amigo está detenido. 

Mis lágrimas
resbalan como la lluvia,
se manifiestan entre bambalinas,
se ocultan del torturador,
el mismo que aguarda en una pieza
con más aberraciones
que me destrozan sin compasión. 

Mis lágrimas
sólo piden ser las últimas
que un hombre derrama
por amor y respeto al ser humano.

Fuga del amor

La tarde comienza su retirada
sobre las osamentas del sol,
el viento susurra en la quena
una balada triste de amor. 

Él,  parado en un rincón
del Campo de Concentración,
fuma un cigarrillo de té
mientras observa en el horizonte
la agonía de los colores
extenuarse tras las montañas. 

Las hojas secas caen de los árboles
bailan al compás del viento,
el amor se fuga, traspasa la alambrada
hiriéndolo con sus agujas
que se incrustan en su alma, aterida
ante el crepúsculo que se avecina. 

La tarde se marcha
derrotada por la noche
aprisionándolo con su garra,
mientras una paloma solitaria
encuentra su pareja
en la copa de un árbol. 

 

¿Por qué?

¿
Por qué le dices que le amas
si ya diste a otro tu corazón? 

¿Por qué le acompañas en sus sueños
y gozas de su quebranto? 

Eres un alma traicionera
que juega con su dolor,
no vez que le hace daño
suspirar y pensar en tu amor. 

En ti, tiene su fe y esperanza
eres su alegría
su cielo
una ilusión muy querida
que un día eligió
para caminar por la vida. 

¿Por qué
no le escuchas cuando te llama
en el eco del viento que lleva su voz
y se fuga por entre las rejas?
¿no ves que le hace más daño
que estar detenido en una prisión? 

¿Por qué no le amas, amiga 

si sientes su amor por ti
cual nadie nunca te amará? 



No te comprende

No te comprende,
pero te ama.
No te siente
pero te extraña.
En medio de su angustia
tu presencia lo invade,
llega con el aroma de las flores
que se cuela por la alambrada,
le parece escuchar de tus labios
perdón, pero es tu corazón
o una disculpa del momento. 

Aún así te ama
aunque lejos y enterrado
en este campo de Concentración,
su cuerpo siente junto al tuyo
que gime de placer por momentos
y otras tiembla de miedo
¿por qué te vas?, te vas
dejándolo como un pájaro sin nido. 

Un día más se va,
se aleja cabalgando con el sol,
se esconde entre las ruinas de la tarde
y se refugia en un rincón de la esperanza.




La alambrada

Un hombre
triste y solitario
camina por la isla
formando un circulo
que se achica y agranda
a cada paso que da. 

Él mira el cielo límpido y azul
buscando penetrar más allá
en busca de respuestas.  

Esas que sólo él puede hallar,
de pronto se detiene,
y recorre con ojos tristes
llenos de desesperación
esa alambrada que día y noche,
minuto a minuto,
aprisiona su sentir. 

Sí, allí está firme,
ese trozo de metal
que coarta su libertad,
hundiéndolo en un abismo
que le impide respirar. 

Abismo que anula
su  posibilidad de amar.




Ven a su lado

Hoy sentado en un rincón
del Campo de Concentración
rodeado por alambre de púas,
campo minado, torres, y
ametralladoras
mi vista recorre el paraje,
atravieso las montañas
me alejo de los sentimientos
de aquel compañero que llora
soñando con el ayer. 

¡Ven!
Ven a su lado,
necesita verte sólo un momento
para decirte con la voz del alma
que todavía te quiere,
que su piel recuerda tus manos
como el aroma de una flor
que nace en el árido campo. 

Que a pesar de todo  lo sucedido  
no te olvidó,
que sus ojos veneran tu imagen
como un sacramento
que no sepulto tu amor,
que ya te perdonó. 

Fueron años, lo sé
de amarguras, de ausencias
por su trabajo político
por un sueño que mañana
no será una utopía.
También porque no decirlo


de pequeñas y grandes alegrías,
pero a la vez sin esperar nada,
contra toda esperanza deseo tu regreso,
para compartir el tiempo perdido
contigo y con sus hijos. 

Hoy perdida la mirada
en el horizonte sin destino,
con todo el tiempo para pensar
se ha dado cuenta que se equivocó,
que había tiempo para todo
sólo bastaba ordenar las horas
que se entrega a la lucha social
sin descuidar la familia. 

Más hoy quiere decirte
una sola palabra.
¡Ven!



Tejiendo la soledad

El valle desliza su túnica de colores
nos saluda y devuelve la vida
al despertar cada mañana
teje engaños a la guardia,
que nos vigila de soslayo
con sus armas dispuestas a disparar. 

Las horas
inmutables ante el dolor ajeno
no pasan desapercibidas en la prisión.
Sentado  en un rincón
observo a Pedro y mis camaradas,
sus pensamientos hilan sombras
con las agujas del alambre de púas.
Recorro las barracas cautivas,
me escurro por las montañas dormidas.
Los sentimientos impregnan el aire,
el viento iracundo se los lleva,
el suelo se  humedece con el rocío
que escapa de los ojos. 

La tarde se marcha
la guardia nos llama a formar,
el Sargento pasa lista como es habitual,
comprueba que nadie se ha fugado
y nos encierra a la siete de la tarde
para dar vida a los recuerdos
que germinan en las barracas. 

La noche nos resguarda en su manto,
pero el silencio es roto,
nos conmueve el llanto de un compañero
que no soporta su triste realidad. 



Siempre junto a mí

El sonido de las olas contra las rocas
y el gemido de un detenido
despiertan al silencio triste
que anida tras las rejas. 

La brisa marina trae tu voz,
viste mi piel con su aroma,
me estremezco igual que ayer
y me embriago de recuerdos,
ansiando la libertad tras los barrotes. 

Te siento sumida en la tristeza
porque en tu trinchera no hay amor,
sólo una soledad que camina sin rumbo
en el silencio del filo del yatagán
que duerme en un rincón de la penumbra,
pero me equivoco, tienes el mío
mi amor ausente, lejano, pero verdadero
por ello te susurro en la calma de la noche.
No te sientas sola, tienes todo el amor
que guarda mi corazón tras  

los barrotes de esta celda.


Continuarr