La historia de nuestro grupo, La Encomienda Templaria y Hospitalaria de Teruel, comienza en 1997, en la primera edición de las Bodas de Isabel de Segura. Esta fiesta lleva a la calle la recreación medieval de la leyenda de Diego e Isabel, los Amantes de Teruel.
Las investigaciones realizadas sobre las órdenes militares de la edad media permiten elaborar un guión cuyo autor es Jesús Pescador y que nos permite representar la Entronización de un Nuevo Miembro en un Capítulo Templario, actividad que se viene realizando ininterrumpidamente desde la segunda edición de la fiesta.
Desde esa misma edición se participa de manera activa en la representación de la leyenda de Amantes portando el cadáver de Diego en su funeral.
Es a partir de 1999, en la tercera edición, cuando el grupo adquiere su forma actual con la incorporación de la orden del Hospital de San Juan de Jerusalem, los hospitalarios. Se complementa la participación de los templarios en la representación portando el cadáver de Isabel durante la comitiva fúnebre acompañando al de Diego hasta el Mausoleo de los Amantes.
Se comienzan a realizar labores de control de espacios y de público permitiendo así desarrollar las escenas teatrales de la representación.
En el año 2002 nos constituimos como asociación cultural cuya junta directiva estaba formada:
Presidente: Ernesto de Leonardo
Vicepresidente: Domingo Aula
Secretario: Juan Carlos Cruzado
Tesorero: Ángel García
Vocales: Alberto Betolaza
Agustín Montón
Bienvenido Galán
Juan C. Pérez
Alberto Hernández
Adolfo José Juste
Paralelamente al nacimiento de nuestro grupo, e intímamente relacionados con nosotros, surgen otros dos, Las Beguinas formado por las esposas de los templarios y hospitalarios y que representan a las mujeres medievales de los caballeros que marchaban a las cruzadas y que se encargaban de ayudar y cuidar a los necesitados.
Y los Pobres de Dios y Marginados, formado por los los hijos de los anteriores y que representan a los niños pobres que deberían ser custodiados y asistidos por las Beguinas
Desde el comienzo de nuestra andadura como grupo hemos participado en diferentes eventos medievales:
En Teruel: Castellote, Mora de Rubielos, Rubielos de Mora, Alcalá de
En Valencia: Carcaixent, Paterna, Betera y Ademuz,
En Huesca: Huesca y Loarre
En Zaragoza: Zaragoza y Calatayud,
En Almería: Roquetas de Mar
En Toledo: Consuegra
En Islas Baleares: Ibiza
En Lérida: Almenar
En Castellón de
En Francia: Castres, Carcasonne y Muret
En Portugal: Santa Maria da Feira
Hemos nombrado miembros de honor:
- En 2006 al escritor Javier Sierra, Caballero Templario de Honor, pregonero de la fiesta en 2007 y mantenedor de la fiesta de
- En 2008 al periodista Iker Jiménez, Caballero Hospitalario de Honor, participando con él en su programa Cuarto Milenio realizado en Teruel.
- En 2009 al periodista y escritor Alberto Granados, Caballero Templario de Honor Fr. Martínez de Dirdam, participando con él en varios de sus programas de
- En 2010 al escritor Eric Frattini, Caballero Hospitalario de Honor, Fr. Eric de Jerusalem
- En 2011 al cantante Ramón J. Márquez (Ramoncín), Caballero Templario de Honor Fr. Márquez de Sotillos.
- En 2012 al periodista Isidro Montalvo, Caballero Hospitalario de Honor, Fr. Montalvo de El Romeral.
- En 2013 al escritor y premio Planeta 2012, Lorenzo Silva, Caballero Templario de Honor, Fr. Lorenzo de los Carabancheles
Nuestra Encomienda ha recibido la visita de personajes ilustres de la literatura española como José Calvo Poyato
de la literatura portuguesa como Luis Miguel Rocha
Hemos organizado en Teruel la presentación de los libros "¿Es eso cierto?","La Historia más curiosa" y "Los Vigilantes de los Días" de Alberto Granados y “El Laberinto de Agua”, "Los Papas y el Sexo", "El Oro de Mefisto" y "Los Cuervos del Vaticano" de Eric Frattini
Hemos colaborado en el rodaje del video promocional del Castillo Templario de Monzón (Huesca)
Hemos colaborado con la televisión autonómica en el rodaje de cinco capítulos del programa Aragón Misterioso, los referentes a
- la Batalla del Pinar de Tévar, emitido el 9 de febrero de 2008,
- la Campana de Huesca, emitido el 29 de marzo de 2008,
- los Corporales de Daroca, emitido el 5 de abril de 2008,
- el Monasterio de Bordón, emitido el 24 de octubre de 2008
- el Castillo de Monzón, emitido el 5 de diciembre de 2008
Desde 2007 se ha incorporado la sección de timbales tante en la orden templaria como en la hospitalaria manteniendo la tradición tanto en los instrumentos como en los toques.
Anualmente elaboramos vino de nueces, que denominamos NOCCINO,
siguiendo la manera tradicional tanto en las recetas como en su presentación en cántaras de cerámica encorchadas y lacradas. La investigación nos ha permitido perfeccionar nuestro producto y clasificarlo en diferentes graduaciones (gradus primus, tercius, quintus) según los diversos procesos de elaboración y de las cantidades de los ingredientes.
Se han realizado viajes a la ciudad portuguesa de Tomar refugio de los últimos templarios,
a la Isla de Malta, sede de los caballeros hospitalarios cuando la orden abandonó el nombre de Hospital de San Juan de Jerusalem y adquieron el nombre de la isla
y al Camino de Santiago, ruta de huída de los templarios cuando se ordenó el desmantelamiento de la orden
a Tierra Santa, recorriendo diversas fortalezas cruzadas como Belvoir, Acre o Qalat-Nimrod, los cuernos de Hittin y ciudades como Tiberiades, Belén o Jerusalem
Hemos nombrado GRAN CANCILLER 2010 al Vicepresidente del Gobierno de Aragón, D. José Angel BIEL.
Hemos publicado el libro “MEMORIAS DE UN VIEJO CABALLERO”,
que cuenta la historia de las órdenes del temple y del hospital, relacionada con Teruel y vinculando a ella la existencia de Diego de Marcilla y que ha sido prologado por Javier Sierra con el texto que se recoge a continuación.
La triple T
Teruel, Tierra del Temple
Por Javier Sierra
"Para después de mi muerte, dejo como heredero y sucesor mío al Sepulcro del Señor que está en Jerusalén y a los que lo custodian y sirven allí a Dios, y al Hospital de los pobres de Jerusalén, y al Templo de Salomón con los caballeros que vigilan allí para defender la cristiandad. A estos tres les concedo mi reino.”
Si usted no ha leído estas líneas antes, merece la pena que se detenga aquí un momento y las revise de nuevo. Forman parte del testamento que en octubre de 1131 dictó el rey de Aragón y Navarra Alfonso I el Batallador, y aún hoy son consideradas como uno de los textos más controvertidos de nuestra Edad Media. No es para menos. Urraca, esposa de Alfonso y soberana de Castilla, no había dado hijos al monarca. Para colmo de desdichas, su hermano Ramiro había tomado los hábitos y legalmente tampoco podía sucederlo. El futuro de nuestra tierra jamás había sido tan incierto.
Fue en medio de tan negro panorama sucesorio cuando el Batallador, hombre seducido por la aventura cruzada y los sueños de conquista de Tierra Santa, decidió en pleno uso de sus facultades mentales donar su reino y sus vasallos a las tres órdenes que habían encendido su pasión guerrera: Santo Sepulcro, Hospital y Temple.
Nadie logró convencerle de lo contrario.
De hecho, tres días antes de morir, en septiembre de 1134, gravemente herido por los almorávides, Alfonso ratificó aquella última voluntad. Su obsesión por el Temple había crecido tanto que incluso decidió donar a esa orden “mi caballo con todas sus armas”.
Y si su Corte hubiera acatado entonces aquel deseo y no hubiera forzado a su hermano a tomar la corona y pasar a la Historia con el nombre de Ramiro II el Monje, hoy los libros hablarían de Aragón como del primer reino templario de la cristiandad.
Pero no fue así. Su hermano Ramiro ocupó el trono pese a ser hombre de fe y no de política; Navarra se desgajó de Aragón y a los templarios se los resarciría con una recompensa económica que acallaría sus voces durante algunos años. Todo ello, bajo el signo de la traición al rey Batallador.
Hoy esa obsesión de Alfonso sólo se explica por la fuerte raigambre que en Aragón tuvieron los grandes mitos templarios.
Como el Grial. Fuera lo que fuese, el Santo Grial inspiró el levantamiento de catedrales como la de Jaca o santuarios como el de San Juan de la Peña en Huesca. Precisamente allí se venero durante siglos la copa que, según la tradición, presidió la mesa de la Última Cena de Jesús, y cuyo destino terminaría pasando por tierras de Zaragoza y Teruel hasta arribar a la catedral de Valencia, donde hoy aún se la venera. Aquel viaje dejó marcadas las tierras que pisó, y sus huellas todavía pueden rastrearse en forma de leyendas, cuentos exagerados o relatos inventados que no son sino el reflejo de la búsqueda de lo sagrado que anima a todo corazón noble.
Y lo sagrado siempre es sinónimo de misterio
Que la fascinación por aquellos caballeros de mantos blancos que debieron heredar Aragón perdure -¡y con qué fuerza!- en nuestros días, sólo se comprende por esa conexión. La del misterio, claro.
El Temple nació al amparo del monte Moriah, en Jerusalén, donde aún despuntaban las ruinas del antiguo Templo de Salomón.
En aquel lugar Dios habitó en su Arca de la Alianza; Jacob soñó con su célebre escalera de luz por la que vio ascender y descender ángeles, y hasta dicen que el profeta Mahoma cabalgó por los aires a lomos de su mula Al Barak. Y justo en aquel terreno santo la nueva milicia templaria creció de manera espectacular, obteniendo privilegios pontificios y políticos impensables para su época.
Fue San Bernardo de Claraval quien redactó sus “estatutos” y propició su difusión por media Europa. En menos de dos siglos pasaron de tener nueve caballeros a todo un ejército. Después, tan bruscamente como aparecieron fueron perseguidos y exterminados.
Celos, sospechas de herejía y miedo a un poder que no dejaba de crecer ni un solo día, convirtieron a los templarios en cabezas de turco de una de las purgas internas de la cristiandad más severas que se recuerdan.
Teruel resistió a ese envite con honor. Jaime II inició su particular persecución de los templarios, casi desde antes de caer en desgracia en Francia. En el pueblo de Libros un único caballero plantó cara a las fuerzas del rey, aguantando hasta 1308.
En Alfambra, Cantavieja, Villel o Castellote, las encomiendas de los mantos blancos también sucumbieron tras plantar cara a sus verdugos.
Pero el Temple no murió allí.
Como sucede siempre que se reprime un movimiento, sus semillas hibernaron durante siglos y ahora, en pleno siglo XXI, florecen dando extraños frutos: como novelas de éxito, rutas turísticas e incluso asociaciones culturales como la que apadrina este libro y que nació al calor de la fiesta de las Bodas de Diego e Isabel que cada mes de febrero llena las calles de mi ciudad natal de Historia.
Aquellos represaliados medievales y estos modernos templarios tienen algo en común: su misma fascinación por el misterio sagrado.
Aquel cuya fuerza se intuye tras aventuras “imposibles” como la de crear una fiesta popular en el frío invierno turolense o la que llevó a los templarios originales a guardar los caminos de Tierra Santa y a custodiar exóticas reliquias. Hazañas que nadie creyó posibles pero que esos valientes de una era y otra ejecutaron con entrega. ¿Su secreto? Uno que, no por conocido dejaré de revelar aquí: ninguno de ellos puso límites a su capacidad de soñar.
Por eso viven aún hoy y siguen ejercitando su capacidad para crear nuevos mitos y renovar los ancestrales. Y, créame, visto lo que
yo he visto en Teruel, es seguro que lo harán por largo tiempo.
Javier Sierra.
Escritor.
