SILVIA3



A menudo he  notado el timbrar de tu voz, la altivez de tu furia, la no concordancia de tus sentidos, las míseras y castigadas palabras de amor y sin amor que a lo largo de todos estos años, han surgido de tu ser; que han flotado en la atmósfera sombría, de nuestro  sombrío existir.

 

          Tan a menudo he oído tus frases incestas,  ese mirar fulminante, arrastrarme ante tus risas, tus desaires, sollozar entre mis manos...quererte...que ahora me parece que todo esté mudo, que falta el aire. Sólo tu eco sigue cerca de mí, el  que me despierta cada mañana, el que me acompaña junto a la ventana blanca de mi habitación.

          Y recuerdo que blancos eran también tus ojos irritados cuando al mirarme hacian sonrojarme con furia.

 

          Sin embargo ahora voy pareciéndome cada día más a ti. Mis sienes han blanqueado y espesado; se ha oprimido mi pecho y abultado mi vientre y en mi piel han surgido los surcos de mi tristeza. El rostro se me ha redondeado y arrugado, cambiando los pómulos salientes por mofletes desvaídos. Y todo esto se ha hecho fuera de mí, sin contar conmigo.

           El tiempo ha ido danzando a nuestro alrededor sin darnos cuenta: entre tus gritos y mis lamentos.

  

          Quizás es esa la causa de mi prematura vejez: el pensar tanto en el ayer....en ti, por lo q me encuentro aquí postrada en mi silla de madera blanca junto a la ventana situada al lado de mi blanca cama, mirando la nieve que cae ante mis recuerdos.

Ahora ya no es  necesario q cuides de mí; la señorita de blanco me trae, al caer la alborada, finas y suaves sábanas de seda con las que adorna mi cama.

          Siempre hay flores rojas en mi mejilla, como cuando de jóvenes una rosa roja, fresca, llena de rocío me ofrecías y acariciabas mi mano con un beso. “Gracias”- musitaba- tímida e indecisa. Feliz. Sabía que me amabas.

 

           No es culpa tuya y lo comprendo que con el  paso del tiempo no me dijeras las mismas palabras, mirándome a los ojos.........me embriagabas.

           Sé que te gustaba abrazarme fuerte contra tu pecho para sentir los latidos de mi alma, decías.

            No es culpa tuya que crearas abismos en tu corazón, oprimiendo mi paso, olvidando aquella canción....sí...¿no te acuerdas? Esa melodía que hablaba ...no sé......tal vez del amor.

Fue todo tan bello.......Pasear por los páramos desiertos mirando la luna rodeada de estrellitas, brillando en lo más alto del cielo y al iluminar mis ojos eran como luceros al viento...soles ardiendo. Como un mar inundado de noche........

 

          Cuán bello era amar. Juntos hasta que la muerte nos separe...............

 

          Pero no fue la muerte la causa de nuestra distensión sino la consecuencia de una rabia contenida a lo largo del tiempo.....cerrando mis labios.

La consecuencia de tus absurdas palabras en mi contra, hiriendo mi propia carne con tus manos, acabar con mi llanto frente a una bofetada.

¿Qué causa hizo que cambiaras? ¿Qué motivo importante invadió nuestro hogar de dulzura, para convertirlo en un hogar de momentos amargos?

 

          Sé que no fue culpa tuya...........ahora. Sé que no fue toda tuya la culpa, pues no lo hiciste para herirme, he descubierto que era a mí a quien amabas y también no la única a la que engañabas.......ahora, cuando ya nada tiene sentido.

 

          Tienes que comprenderme. Quiero derrotarme en esta dura batalla contra mi persona y he decidido hablarte. Sabes que estoy arrepentida; no fue mi alma la que actuaba sino mi mente retorcida y oxidada. Aún podía seguir soportando tus besos y humillaciones pero en un arrebato inconsciente actuó mi otro yo. Él fue quién agarró aquella arma afilada y en un ademán incontrolado la fue introduciendo en tu piel, hundiéndola como castigo, retorciéndola con un llanto........Y la sangre....sí.....aquellas manchas rojas que manaban de tu ser, disparadas, locas por despojarse de tu cuerpo, mezclándose con mis lágrimas, me cegaban la vista y no pude mirarte.

 

          Caíste al suelo como un chiquillo, agarrándote a mis faldas y yo sólo pude gritar. Grito de dolor, arrepentimiento, miedo , furia, impotencia..........NO....era un grito de amor, como tantos otros a lo largo de nuestra vida en común.

 

           Ya no me queda nada. Te echo tanto de menos. Me encuentro sola. Todos los días desde mi habitación miro al cielo para verte y saludarte. Agito mi mano y sé que me miras.........me miras y sonríes; pero me apartan de la ventana las personas que alguna vez vienen a visitarme y se quedan mirando delante de mi cara, con expresión de lástima  murmurando entre ellas, compadeciéndome. Creen que estoy loca pero no......tu y yo sabemos q no es verdad.

 

           Sabemos q somos cómplices y nos reuniremos pronto en el cielo porque es ahí donde deberíamos de estar, los dos, solos, sintiéndonos y amándonos como aquella primera vez que hicimos el amor ¿recuerdas?

....................y el viento azotaba nuestras caras revoloteando en nuestros sentimientos y llenando nuestros cuerpos de fragancia fresca.....................

 

           Me hiciste mujer porque fui tuya, me entregue completa, pura, limpia como una virgen, porque te amaba y volveremos a estar juntos y no habrá más tormentas entre nosotros, ni peleas, ni malas miradas, ni.....................

 

           Nos fundiremos en un abrazo eterno hasta que vuelva a encenderse la llama de nuestro amor...........

 

            ..................y para entonces si será eterno.