LUGARES DE AJUSTICIAMIENTO

¿EXISTIO LA PENA DE HORCA ENTRE LOS GUANCHES?

Román González Rodríguez

Raúl E. Melo Dait

 

            Gracias a algunos de los primeros europeos que arribaron a esta isla, los llamados cronistas, quienes nos describen desde su punto de vista, ya sea religioso, aventurero o militar las costumbres de los guanches, sus jerarquías, divisiones de territorio y sus leyes.

            Es lógico comprobar como existen diversos aspectos poco claros o contradictorios, entre las diversas narraciones de estos hombres, que muchas veces obtienen la información de oídas, de otros documentos anteriores o de los pocos guanches que se relacionaron con ellos, superando la  fase inicial de desconfianza y hermetismo hacia el conquistador.

            Prueba de estas contradicciones es lo que nos cuentan sobre la pena de muerte; ya que para unos no existía en Tenerife (Abreu Galindo, Marín y Cubas), mientras que para otros si , como es el caso del Padre Espinosa:

 < mujer en algún camino o en otro lugar solitario, la miraba o hablaba, sin que ella primero le hablase o pidiese algo, y en poblado le decía alguna palabra deshonesta que se pudiese probar, muriese luego por ello, sin alguna apelación; tanta era su disciplina>>(1)

            Parece ser que el asesinato, el adulterio y la traición eran castigados con la pena máxima. Hay que tener en cuenta que es complicado aceptar unas costumbres y unas leyes que tenían en el momento de la conquista como válidas para todo el periodo de tiempo que estuvieron habitando las islas (unos 2.000 años) y así tuvo que haber unas diferencias en sus hábitos conforme avanzaba el tiempo e iban perdiendo contacto con las costumbres de sus lugares de origen, adaptándose a su aislamiento, consolidando y aumentando la población etc. Habría que tener en cuenta unas posibles influencias foráneas a lo largo del tiempo, traídas por los navegantes genoveses, mallorquines, etc.

            Si aceptamos que existió la pena de muerte entre ellos, se da lugar a que existieran diversas maneras de llevar a cabo una ejecución; para ello el historiador Béthencourt Alfonso hace una recopilación de todos los sistemas de castigo: Lapidación, despeñamiento, emparedamiento, etc.;  interesándonos principalmente para el tema que nos ocupa : La Horca

 El primer caso del que tenemos noticias sobre un ajusticiamiento por este procedimiento en la isla, no se debe a los guanches sino al europeo  Sancho de Herrera cuando manda ahorcar en el campamento de Santa Cruz a unos guanches del reino de Anaga por el delito de robo (2) hacia el año 1470.

            Muy bien pudo ser esta la primera vez en observar dicha práctica, pues a raíz del momento del ajusticiamiento, los guanches arrasan el campamento

            Por otro lado si buscamos lugares que conserven este topónimo encontramos: El barranco de la Horquita en la Medida en Guimar (3), La Rambla del Ahorcado en Acentejo (10) o Montaña de la Horca en el Puerto de la Cruz, que parecen reflejar dicha actividad, pero, ¿en qué momento le pusieron ese nombre? En cualquier etapa posterior a la conquista se pudo haber ahorcado a alguien allí, y por eso quedó ese nombre en la memoria. Acaso el único que nos pueda servir sea el de la Montaña de la Horca en el Puerto de la Cruz (hoy más conocido como Las Arenas) y donde la tradición cuenta que el rey de Taoro ahorcó al Guañameñe de Guimar (4) por haberle predicho todos los desastres de la invasión extranjera.

Quien mas datos nos da sobre el ahorcamiento vuelve a ser  Bethencourt Alfonso (5)

<la Montaña de la Horca junto a los caseríos de la Vera y del Mocán en el Puerto de la Cruz y en el reino de Adeje en el Roque de la Boca del Paso sobre el caserío del mismo pueblo y en las aún conocidas por Toscas de la horca en la costa de la jurisdicción de Arona >>

 Añadiendo además que en este último lugar se dividía en dos sitios para hombres y para mujeres a un kilómetro más arriba en una montaña llamada Chijafe. Y continua diciendo:

<4 metros fijo en el suelo en cuyo extremo libre estaba una cuerda de un trenzado de correas o de fibras de malva, untada en sebo que terminaba en un lazo corredizo para meter la cabeza del reo, unos afirman que el extremo del poste remataba en una mortaja para deslizar la cuerda, pero, otros aseguran que la ataban como queda referido para levantarlo en vilo entre varios y luego abandonarlo a su propio peso. “Quizás tuvieran ambos procedimientos”.>>

            Como es habitual en este historiador no nos dice de donde saca esta información tan novedosa, limitándose a decir: <<Unos afirman, otros dicen... >> datos muy vagos para ser tenidos en cuenta, dado que hacía ya 400 años de terminada la conquista:

            ¿Tenían los guanches la capacidad técnica de construir un cadalso o patíbulo para soportar el peso de un ser humano?.

            Podemos afirmar que sí, su conocimiento en el trabajo de la madera no puede albergar ninguna duda, sirva como ejemplo las vasijas de madera encontradas en distintos puntos de la isla o las finamente trabajadas Añepas o Banotes que podemos ver en los museos, para darnos cuenta que trabajaban muy bien la madera. Todo esto contando que no los colgaran directamente del palo, lo cual parece más sencillo.

            En cuanto a la cuerda empleada no sabemos a que tipo de “malva” se refiere, pero, nos inclinamos a creer que fuera trenzado en junco, como la mayoría que se han encontrado en yacimientos arqueológicos de Tenerife (6) cuya resistencia  está fuera de toda duda, llegando con un diámetro de 1 cm a soportar un peso de 80 K. (7)

            Si tenemos cuerda y madera, solo nos quedaba verificar los lugares descritos por si existía algún vestigio de dicha práctica.

            Y nuestra sorpresa fue al comprobar como en el Roque de la Boca del Paso se encuentran unos orificios en el suelo en número de unos ocho con un diámetro de unos 20 cms. (Coincidiendo con las medidas dadas por Béthencourt Alfonso) pero con menor profundidad del ½ m que dice tenían, quizás los 15 ó 20 cm. fueran suficiente para que el palo se aguantase sujetado o apoyado con algo.  La separación entre ellos, viene siendo de un metro aproximadamente, estando seis de ellos alineados de un eje imaginario de norte a sur. Existe en el lugar una cazoleta de mayor diámetro que las otras y de mayor profundidad que estando integrada en el conjunto  tiene mayores  proporciones. Igualmente existe una especie de asiento con otro agujero a sus pies y un pequeño respaldo hecho en piedra muy curioso, desde cuyo sitio se controla todo el valle de Adeje. ¿Acaso serviría para sentarse el reo antes de ser ejecutado o como apuntó uno de nosotros ¿y si en ves de sentarte te arrodillas en él apoyando la cabeza? la pared serviría para no manchar de sangre al verdugo

A este respecto Abreu y Galindo para Gran Canaria dice:

 <ahorcaba >> (8) ¿Ahorcar aplastando...?

Parece claro que el habitante de Tenerife tenía verdadero horror a mancharse de sangre, tanto es así, que para elegir a sus verdugos, normalmente elegían a un ladrón, prisionero o cualquier otra persona que estuviese marginada por algún suceso delictivo dentro de la comunidad, sin embargo, ello no parece impedimento para que en determinados momentos se produjesen muertes violentas por aplastamiento.

Para mas inri  Bethencourt Alfonso añade:

<(Boca del Paso y Moreque) además de ahorcar, ajusticiaban por aplastamiento, como es tradicional y que parece comprobar la especial disposición de algunos de los agujeros>>.

 El propio historiador nos dice que lo tradicional era por aplastamiento. Quizás la horca sea una influencia traída  por la cultura europea medieval, como ya indicamos más arriba

 ¿Cuál es la especial disposición de estos agujeros? Lo mas “especial” que hemos encontrado es el “asiento” de Boca del Paso a cuyos pies se encuentra uno de los orificios como ya indicamos. ¿Seria este el lugar donde pondrían el palo para atarles los pies al reo y luego aplastarles la cabeza?

 << La pena por aplastamiento consistía  en tender al reo sobre el suelo con las extremidades abiertas en Cruz de San Andrés para atarles las manos y pies a cuatro estacones fijos, bien sujetándoles los pies a un solo estacón y las manos a dos u a otro únicamente>>.(5)

            Este conjunto de evidencias no podemos incluirlos dentro los ritos propiciatorios de canalillos y cazoletas como las habituales que se encuentran en la isla.  Si bien la técnica de ejecución de los orificios es la misma, que dichas estaciones, su tipología no encaja con nada conocido. La presencia de fragmentos de talla de obsidiana en el conjunto, solo nos permite aventurar la presencia aborigen en el yacimiento.

            El destino hizo que conociera a Leopoldo Melo Alayón el cual me contó que siendo niño, su padre le llevó a ver unos “eres” por la zona de Guaza. Intrigado por tal relato, visitamos el lugar en cuestión, conocido como La Asomada de los Eres , tal como Pedro Melo Tavio, su padre ya fallecido le había enseñado. La primera sorpresa vino cuando para ver el “ere” subíamos una montaña, cuando todos sabemos que los eres se encuentran en los cauces de los barrancos. Allí encontramos a media ladera, en la tosca, una veintena de agujeros dispersos de un diámetro muy semejante a los de la estación anterior, 20 cm. pero, con una mayor profundidad: 50 cm., aún estando algunos llenos de tierra y piedras. Al igual que la estación descrita anteriormente se encuentran alineadas y no se asemeja a nada conocido.

Realmente unos pocos orificios contenían el agua de las lluvias caídas meses atrás ,estando tapados con lajas de tosca para que no se evaporase el líquido. Efectivamente nos da a entender que fueron utilizados por algún cabrero de la zona. Vi algunos agujeros de gran tamaño, a lo que mi buen amigo Poldo me dijo que antes eran todos iguales, que su padre le contó que los cabreros los habían agrandado con las puntas de los regatones para que tuvieran mayor capacidad, pero, que antes eran todos “redonditos e iguales”, también observamos que algunos hoyos habían sido comunicados por canales que recorrían la ladera para captar el agua de lluvia y llevarla a los agujeros. Se trata de un precioso ejemplo del ingenio del pastor que trazando surcos en la tosca, aprovechaba el agua de la lluvia. Un lugar a proteger sin duda.

            Al parecer D. Pedro Melo Tavío bajaba por un camino que descendía desde el Valle del Ahijadero a los Cristianos a pescar y era el que utilizaba la gente para bajar al mar. La presencia de cerámica tradicional en las cercanías nos reforzaba la hipótesis de la utilización de los eres por los cabreros, pero, ¿cómo explicar los hoyos sueltos a los que no les llega ningún canal?, ¿por qué tan hondos y tan estrechos que no cabe la cabeza de un animal?.

            Mas tarde comprobamos en el mapa que el sitio coincidía con Moreque, luego eran las Horcas de Moreque, no había duda, era el mismo sitio citado por Bethencourt Alfonso 100 años atrás. En estos agujeros si se puede poner un palo o poste en vertical sin caerse y a pesar de la evidente reutilización a que fueron sometidos por parte de los pastores, algunos orificios están intactos y al igual que los de Boca del Paso, no parecen tener marcas de metal. Si como parece ser estamos en lo cierto, merecerían protegerse por doble motivo: Arqueológico y etnográfico.

            En el otro lugar que menciona, Las Horcas de Chijafe o de las mujeres, no encontramos los mismos orificios, debido probablemente a la roturación del terreno o al haber estado labrado en otro material más perecedero, no obstante, si conocemos la existencia de grabados rupestres y restos de antiguas cabañas, así como una explanada de tosca delimitada con piedras, cuya funcionalidad y autoría desconocemos, encontrándose además en el sitio aproximado donde deberían hallarse los orificios de las horcas en cuestión.

Surgen algunas cuestiones de difícil solución: La primera es: ¿porqué los orificios de la Boca del Paso no son más hondos?, y ¿Para qué tantos hoyos? Si con dos o tres eran más que suficientes, ¿ tenían tantos reos que ahorcar a la vez? ¿era la población de este menceyato tan numerosa como para ajusticiar a tantos delincuentes?.

Si bien no tenemos duda de la realización prehispánica de los orificios, si la tenemos en cuanto a su función. ¿ El que estén orientadas hacia la salida del sol, nos pone sobre un motivo de culto solar que hasta ahora no conocemos? ¿o quizás estemos ante los orificios donde se encajaban los postes de unas estructuras o cabañas? (9)

            A pesar de nuestro escepticismo con respecto a su funcionalidad debemos reconocer que a veces nos asalta la duda de si realmente son o no lugares de ajusticiamiento, ¿Quién o quienes le contaron a Bethencourt Alfonso estas historias?.

            ¿Demasiadas coincidencias? 

Notas

(1)   Historia de Nuestra Señora de Candelaria de Fray Alonso de Espinosa, Pág. 44 Ediciones Goya 1980

(2)   Id. bid. Pags. 88, 89

(3)   Guía de la Comarca de Agache de Octavio Rodríguez, Pág. 16, editado por el Ayunt. De Guimar.

(4)   Cinco años de estancia en las Islas Canarias de René Verneau, Pág. 83

(5)   Historia del Pueblo Guanche de Juan Bethencourt Alfonso Tomo II Pág. 247 a 256 editado por Lemus

(6)   Revista de Historia de Canarias XXXVII 1980, Nº 172 Págs. 43 a 84 “El trabajo del Junco y la palma entre los Canarios prehispánicos” de Bertila Galván Santos

(7)   Realizamos la confección de una cuerda de junco siguiendo métodos antiguos para futuros trabajos de investigación.

(8)   Historia de la conquista de las siete islas Canarias de Abreu Galindo Pág. 158

(9)   El conjunto ceremonial de Guargacho de Luis Diego Cuscoy 1979, Publicaciones del Museo Arqueológico de Tenerife

(10)  Las Datas de Tenerife de Elías Serra Rafols Nº: 48, 91,419. 489 y 1.654