ALGO MÁS SOBRE EL UNIVERSO

 

 

            Tras este impresionante inicio se puede afirmar que nuestro universo es hospitalario con la vida, hay miles de millones de galaxias por todas partes capaces de crear sistemas solares, los habitat en donde es posible la vida.

 

            Quedan muchas preguntas por responder. Incluso muchas cuestiones por plantear. La más inmediata, por lo menos para mi, es preguntarme por qué tras esas fabulosas explosiones del universo en su gestación, todo se nos presenta tan estable y constante en el tiempo y el espacio. Hay que partir de algo evidente, las dimensiones del tiempo y el espacio cósmico no corresponden con las de nuestro espacio y tiempo. ¿Cómo podemos saber tanto sobre estas cuestiones? ¿Esa expansión del Universo tiende al infinito, o se está desacelerando? Hablemos sobre ello en los siguientes párrafos:

 

            5.000 millones de años después se ha borrado cualquier prueba directa de este revoltijo caótico inicial. Una estrella estable baña la Tierra con una incandescencia constante y cálida. Los meteoritos pequeños han sido eliminados en su mayor parte del sistema debido a la gravedad de los planetas grandes o han colisionado con algunos de estos objetos mayores miles de millones de años antes. Sólo seres inteligentes, capaces de explorar lo que queda de ese sistema solar a través de la observación astronómica y deducir el pasado a partir de claves remotas del presente, podrán tener una esperanza de desentrañar los detalles de la tragedia cósmica que condujo a su formación.

 

            Sabemos que esto es así, porque sabemos lo que está sucediendo al lado de nuestra casa, en nuestra propia galaxia, la vía láctea. Es el caso de la nebulosa Águila, tomada por el telescopio espacial Hubble. Las condiciones de la nebulosa Águila se aproximan a las que tenemos aquí. La nebulosa águila contiene prácticamente, la misma mezcla de cuerpos pesados que contiene nuestro Sol.


Es posible que dentro de 4.500 millones de años, una civilización de un planeta que esté en la órbita de esa estrella, mire al cielo y se pregunte de dónde provienen. No voy a decir que vaya a ocurrir, pero, ciertamente, es posible.

 

            Dejemos la exploración del espacio estelar, miremos en nuestra querida Tierra: En la meseta de la Antártida, cerca de la misma estación de investigación del Polo Sur que está sondeando las fluctuaciones de densidad primitiva que se generaron en el Big Bang, otro grupo de investigadores no mira hacia lo alto sino a la superficie de la capa de hielo de kilómetros de espesor que cubre el continente helado. La prístina superficie de hielo proporciona un delicado enterramiento a visitantes extraterrestres. No son alienígenas como los que salen en "Expediente X" sino a piedras de un tono raro, principalmente de hierro pero que contienen aglomerados de pequeños cóndrulos de carbono, esférulas de tamaño milimétrico embutidas en la piedra y que probablemente son restos de gotas condensadas de la materia original procedente de la nebulosa de polvo que rodeó a nuestro Sol naciente. Al fundirse la capa superficial del hielo de la Antártida, los fragmentos de meteoritos salen  a la superficie asomando como un dedo hinchado. Unos geólogos bien abrigados rastrean las llanuras heladas en vehículos adaptados a la nieve recogiendo estas rocas como un mariscador recolecta sus langostas.