Además de un regionalismo castellano, se desarrolló en Castilla La Mancha un regionalismo que prescindía de Castilla. Si el primero contemplaba a Castilla como un todo, el segundo basó su filosofía política en la unión de las cuatro provincias que consideraba manchegas (Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo). Probablemente el primer escalón en la evolución del mancheguismo fue la constitución en Madrid del Centro Regional Manchego. Se formó en 1906 y «entre sus aspiraciones estaba la de fomentar los lazos de solidaridad entre las cuatro provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo». Para ello, el Centro emprendió una campaña por diversas poblaciones de las cuatro provincias intentando conseguir adhesiones a la idea. Incluso se creó una bandera representativa de la región y un himno dedicado a ella. El 2 de agosto de 1906, el Centro Regional Manchego celebró un mitin en el teatro Rojas de Toledo buscando la constitución de una junta local en la ciudad.


Años después, tras la aprobación del Decreto de Mancomunidades, se empezó a hablar de la creación de una Mancomunidad Manchega. Una reunión celebrada en Valdepeñas en 1914 rechazaba la idea de que las cuatro provincias manchegas se sumaran a la posible Mancomunidad Castellana y se apoyaba la formación de otra Manchega. En 1919, en una asamblea de la Juventud Central Manchega que tuvo lugar en Madrid, se acordó pedir a las diputaciones provinciales de Ciudad Real, Cuenca y Toledo que «desecharan cualquier inteligencia con Castilla y que, por el contrario, se pusiesen de acuerdo con su hermana la de Albacete para llevar a efecto una Mancomunidad Manchega, formando una región político administrativa con carácter propio».

 



                                        Mapa de España de 1948, en el que aparece La Mancha como región diferenciada.


Manchegos y no castellanos

La identidad manchega no radica en Castilla, por no ser heredera del reino castellano, sino del antiguo reino de Toledo, y si hoy se denomina Castilla-La Mancha y no La Mancha a secas es debido a que con el espiritu castellano-centralista que dominó la Península en los ultimos tiempos, se consideraba erroneamente -sobre todo por parte de los habitantes de la periferia- que Castilla era todo el centro peninsular, de ahí que al centro se le denominase Castilla la nueva, pero realmente no es mas que un nombre, también a Andalucía y a todo el sur peninsular se le denominó
durante el siglo XV  Castilla-La Novisima y hoy nadie reivindica la castellanidad de Andalucía o Murcia. Solo hay que viajar por los pueblos manchegos de nuestras cuatro provincias para descubrir una marcada cultura propia y singular, de la que los manchegos debemos estar orgullosos.


La conciencia Regional Manchega

El regionalismo manchego, como movimiento político nació y creció en dos puntos, por un lado en la provincia de Albacete, y de manera más importante en el seno de los manchegos afincados en Madrid. Así, desde el Centro Regional Manchego, fundado en Madrid en 1906, se llevó a cabo una labor de propaganda y de captación de hombres que actuasen como fermento de esa política de definición regional y de solidaridad entre todos los manchegos: los que vivían en la región y los de la diáspora.

En aquel incipiente regionalismo, obraron también los condicionantes económicos y, de forma más atenuada, los culturales. Respondía a los primeros el proyecto de crear en 1914 una mancomunidad manchega, diferenciada de la castellana y tomando también como modelo las iniciativas catalanas. Se hablaba incluso de "formar una región político administrativa con carácter propio".

Todavía en los años de la II República se alzaron voces que reclamaban la creación de una Generalidad Manchega, e insistiendo en que se votase en las Cortes un "Estatuto manchego". Quedaría todo en esfuerzos sin respuesta, en actos de afirmación regional, en algún himno "de la Mancha" y en retomar el proyecto de bandera que había nacido a principios de siglo. Todo ello abortado finalmente en 1936 con el golpe de estado que derriba el régimen legítimo de la II República.

Latía en todo ello además no sólo la conciencia de superar una marginación que animaba todas las reivindicaciones regionales manchegas sino la conciencia y el deseo de diferenciación que muchos manchegos hacia lo castellano.

El mancheguísmo fue una cuestión que estuvo presente, con mayor o menor intensidad, hasta la dictadura de Primo de Rivera y durante la Segunda República la polémica volvió a surgir con fuerza. El regionalismo continuó durante los primeros meses de la dictadura de Primo de Rivera. Los días 12 a 15 de septiembre de 1923 el país vivió unas importantes jornadas de las que salió triunfante un pronunciamiento militar capitaneado por el general Primo de Rivera. A los pocos días un periódico de Valdepeñas publicaba un artículo en el que se presentaba una «nueva división territorial de España».

El futuro...



Situación de La Mancha en el mapa político español actual.

A pesar del concepto castellanista de España, a pesar de la secular ocultación de La Mancha, la región manchega seguía siendo reconocida como pieza esencial del puzzle de España y el manchego como uno de los pueblos españoles, como nos recuerda el poema satirico del palentino
Francisco Vighi, en el que arremete contra todos los pueblos de España, incluido como no, el manchego:


Para que te exaltes, castellano,
hombre seco, hombre de tierra.
Para que me odies, catalán,
más fenicio que de Grecia;
y tú, manchego retardado,
cazurro de alma plebeya;
isleño cursi y rastacuero,
balear ladrón, hijo de chueta;
leonés rencoroso y zafio;
montañes vano, hombre de cera;
y tú, aragonés que llamas
a la bestialidad franqueza;
para que me mates, levantino,
simulador de arte y de belleza;
vasco hipocrita y ambicioso,
insultame con tu pobre lengua;
asturiano traidor y falso;
gallego llorón, y sin vertebras;
murciano sucio, feo y torpe;
extremeño de las cavernas;
madrileño que de Real orden
eres tonto por dentro y por fuera.
Yo os desprecio, os maldigo y os odio,
gentes cobardes de mi tierra.
Y para ti, andaluz idiota,
¡culebra!, ¡culebra!, ¡culebra!




 
La Mancha es de un color
que no puedo explicar:
mitad magia, mitad desolación
Joaquín Sabina